Seguro que has oído hablar del IMC o Índice de Masa Corporal. En el caso de que hagas deporte o sigas una dieta tanto de adelgazamiento como de mantenimiento es el indicador más fidedigno para evaluar nuestro estado de peso y la evolución. Te explico cómo calcular el Índice de Masa Corporal y para qué se utiliza. Hoy te enseño qué es, para qué se usa y cómo calcular fácilmente el IMC, y por supuesto, saber interpretarlo. Lee hasta el final y tendrás todo lo necesario para que tu dieta alimentaria o de ejercicio tenga éxito.
El Índice de Masa Corporal (IMC) es el dato objetivo que nivel nuestro nivel de grasa en el cuerpo. En la actualidad hay básculas especiales en el mercado que lo miden fácilmente, pero conviene que sepas medirlo por ti mismo con unos sencillos pasos.
El IMC es el indicador más exacto e infalible para saber si tenemos sobre peso y poder evaluar la evolución de una dieta de adelgazamiento o de mantenimiento.
Si es tu caso controlar periódicamente cómo progresa el IMC te servirá para saber si tu peso está mejorando y sobre todo el nivel de grasa en tu cuerpo.
Aunque puede parecer complicado lo cierto es que calcular tu IMC es bastante sencillo. Sólo necesitarás medir tu peso y tu estatura y ya tienes todo lo necesario. El resto es trasladar dichos datos a una sencilla fórmula para hallar tu IMC.
Y por supuesto saber lo que significa el dato resultante. Tranquila porque esta es mi labor y te lo explico paso a paso.
Tan sólo tienes que dividir el peso en kilogramos entre tu estatura en metros al cuadrado. Si te ha sonado complicado tranquila, te dejo la fórmula y te pongo un ejemplo práctico.
La fórmula para calcular tu IMC es:
Peso (KG)/ Altura al cuadrado (Metros).
Vayamos por partes. Imagina que mides 1,65 y que pesas 65 kilos.
65/(1,65 x 1,65)
De esto resulta la división:
65/2,7225
O lo que es lo mismo:
23,87
Este será el Índice de Masa Corporal.
Ahora toca interpretarlo.
Para ello nos servimos de esta sencilla tabla:
Como puedes ver el protagonista de nuestro ejemplo está en un peso saludable.
Es un indicador fiable de nuestro estado de obesidad que debemos tomar en cuenta. También será una de las mediciones básicas que cualquier nutricionista o preparador físico tomará en cuenta en el caso de que comencemos una dieta o plan de alimentación con ellos.
Bajar tu IMC hasta entrar en baremos de pesos saludables es el objetivo claro.
Saber nuestro Índice de Masa Corporal nos servirá de poco si no tomas acción para que te posiciones entre las cifras saludables. Esto supone conseguir que se establezca por debajo de 25 de manera permanente.
Para ello no hace falta hacer dietas milagro ni dietas de pasar hambre. Este tipo de dietas pueden ser peligrosas además de acarrear un “efecto rebote”. Es decir, que aunque se pierda peso, una vez que abandonamos estas dietas solemos recuperar el peso perdido e incluso aumentarlo.
Llevar una dieta sana y equilibrada, evitando dulces, grasas, fritos, bollería industrial, etc y combinarlo con ejercicio frecuente será suficiente para que tu IMC vaya poco a poco mejorando.
También es bueno ponerse en manos de un experto, bien sea un nutricionista o dietista que sabrá analizar más en profundidad las características de tu cuerpo para establecer pautas de ejercicio y alimentación que ayuden a estar “en tu peso”.
Esto será necesario en casos de obesidad alta o severa donde el simple ejercicio quizás no baste para bajar el peso y el IMC, al menos con cierta eficacia y en el menor tiempo posible.
El ejercicio regular para bajar el Índice de Masa Corporal hasta unos criterios saludables es recomendable. Pero lo fundamental son los alimentos que ingerimos.
No olvides que el IMC mide precisamente la grasa presente en el cuerpo. La grasa se elimina con ejercicio aeróbico, pero si seguimos añadiendo grasa en cantidad ésta no se verá reducida nunca. Por eso es fundamental la combinación de ejercicio y una dieta saludable.
Pero te preguntarás, ¿qué alimentos ayudan a bajar el IMC?
Pero ante todo comer de manera sana y saludable, pero buscando que esto suponga una satisfacción para ti, no un suplicio. Al igual que el ejercicio: busca aquél que mejor te haga sentir. Sólo así conseguirás el bienestar que necesitas.